viernes, diciembre 4

LOS ENREDOS Y LA VIDA.



El camino es esa vereda, triste y silenciosa, que se abre a la vida desde un inicio, donde no hay nada escrito ni pensado, solo sueños que se agolpan, preferencias ajenas que buscan una señal, pero yo tengo mis preferencias, yo tengo las rocas, prefiero vivir en ellas, tener la arena, el agua tibia del mar, no me gusta el frío de los ríos, realmente no son tan frios hasta que sientes su rechazo, su temible voz alargando una confrontación, un verso y no esa calcomanía inútil que colgada del tiempo marca las horas desde ese reloj detenido.
Yo quiero estar en la roca, en sa roca eterna que habita cerca del mar, de su agua tibia, aunque en noches invernales prefiero una ducha tibia, esconderme en un rincón y leer tus manos, buscar una linea de vida donde puedas encontrarme, donde puedas recibir mis labios en tu alma.
Pero la vida siempre nos quiere regalar su visión desde el lado más tímido, por eso me quiero sentar en ese banco, buscar algún pretexto en el aniversario más cercano y dejar de huir. No es misterio esa deuda que tenemos con la paz de los sepulcros, le debemos esa paz que nos robamos aquella noche de amor en el lado sur del cementerio y quien puede tomar la culpa, alguien quiere cargar la cruz y luego sentarse a rezar, no vale la pena, no vale un solo fragmento del destino sentir en tu deseo la música de esa danza macabra de la muerte, para que atraer voces y crucifijos a esta proseción de almas inventadas.
No me acusen de aquellos viejos delitos, tan solo soy culpable de inventar una noche de amor, de crear un camino de espinas y flores en el pecado o en verso disoluto según quiere verse por esa posición entre lo estable de una flor y la copa de vino que se desangra gota a gota mientras que a lo lejos alguien predica la inocencia de un candelabro.
Pues si, por qué no. Retornaré al camino ya recorrido, buscaré tus labios en la palabra perdida y la tomaré como ese cáliz prodigioso que reconfortará mi alma. Qué más puede ocurrir que tu retorno, al presentarte de nuevo a mi destino con esos deseos provocados desde un intercambio conversacional desde una estrofa escrita, con esa liturgia incontrolada que desatina, que coloca finos alfileres en la cofradía del ente, te puedo decir cual es la puerta de entrada al templo y no la encontrarás, no la necesitas, estás en su interior, por eso los pasos, las voces, esas velas encendidas, el escalón, la víctima, el rostro oculto detrás del espejo, tu voz, tu imagen que ya no está en la pared, mejor salgo del templo y espero que salgas a provocar mi abrazo.
Y sales hasta la puerta y puedo leer en tus ojos un fragmento de mi siguiente poema, trato de esquivarte no quiero que te adueñes de él, no te pertenece más alla del gusto, el deseo y ser quien lo provoca. No estás aquí o sí, porque escucho tu voz, veo tus ojos, escucho murmurar tus canciones y no sé, la huella está más cerca del siguiente beso y regresas al muro, donde ya no estabas, ya puedo ver tu rostro, encender una vela para disfrutar de tu silueta en la oscuridad y poder entender por qué el tiempo es parte del juego o del destino escrito, pues acaba de llegar soga en mano con un nudo que aprieta mi silencio y no puedo más que evitar la siguiente escapada pero me doy cuenta de que no vale la pena porque con solo mencionar una estrofa de este poema me traes de regreso, me sientas en tu destino, tomas mi alma y me incrustas en tu destino.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Copyright 2010 ESTADOS DE ANIMO.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.