PRETEXTOS

No hay tiempo para descubrir cuando no estás sentada en aquella silla de cristal murmurando tu nombre sobre los acordes de esa guitarra antigua, tan sensible y olvidada, como sus rasgado y sus gemidos. No haces eso desde la última primavera, desde aquella despedida donde tu cuerpo se estremecía de dolor, donde tu alma se apretaba a mi sonrisa en busca de un te amo inolvidable y sin embargo, te marchastes y no supe gritarte esos mil pretextos para que te quedaras y se marchitó mis deseos al no contar con tu sombra y tus besos, tus versos y ese olor a incienso que me incitaba a besar tu cuerpo desnudo.

No quiero que vuelvas a escapar para la ciudad, para esa estrepitosa sensación llamada ausencia, llamada por aquellos que claman el sonido de los versos antiguos como nostalgia de tus deseos y no quiero, no quiero sentirte sin verte en mi cama, no deseo respirar tu oxigeno porque no estás, quiero sentirte, amarte, desearte y despues besarte desde tu frágil presencia y tu sonrisa, desde tu flor y tus deseos, desde tu cuerpo húmedo de deseos innombrables.

Comienzo por el primer pretexto y te sonries, te abrazas a mi inocencia y me gritas mi nombre desde un gemido que ya se va volviendo inolvidable desde que mi cuerpo se estremece por tus caricias y tu presencia. No necesito llegar al segundo pretexto cuando has dejado ese viaje pospuesto quizás para una nueva ocasión donde de tanto desearme yo te olvido.