ENCUENTRO INESPERADO

La playa, como espacio determinado al silencio nocturno, es donde buscas la tranquilidad de aquellas conversaciones que evitas por su falso sabor a sexo y no quieres más que una bocanada de aire y un tequila para descubrir tu sombra y llegas a la orilla del mar y el agua juguetea con tu sonrisa y no esperas más sensaciones que aquellas que llegan del viento y el eco de la ciudad lejana, la misma donde quieres dejar ese grito de soledad inerte.

Estás de espalda a la luna y no sientes el abrazo tierno que te rodea, solo sensaciones que ya desconocías por el paso del tiempo y cierras los ojos, no quieres que esa música de invierno cese y te dejas llevar hasta la roca más cercana y sientes como unos labios estapan versos de amor en tu cuerpo.

No quieres abrir los ojos, el sabor milenario del tequila enciende tus pasiones y abrazas ese sueño que penetra en tu piel y tu gemido es un tatuaje para la noche que te observa recobrar aquellos instintos que la soledad había desterrado de tu cuerpo.

Amanece sobre tu piel desnuda y el olor a madrugada no quiere abandonar tus deseos y estás tendida sobre esa roca a la orilla del mar y sientes como esas caricias se alejan y abres los ojos y descubres que no era un sueño, que la realidad cubrió tu intimidad con esa flor y ese beso de despedida en tus labios.

Sonries y te levantas rumbo al mar para cubrir con la suave ternura del agua tu pecado y lanzas tu copa sobre la ropa abandonada en la arena y solo quieres que el día desaparezca para recuperar ese sueño tan real que penetró por tu piel descubriendo cada deseo abandonado por la prisa del tiempo.