jueves, septiembre 3

REGRESANDO A TUS DESEOS



El mar no siempre es aquel rincón donde se lavan los pecados pero siempre que sales en busca de una flor para calmar tu soledad terminas sentada sobre esa roca gris y silenciosa, como si sentarte sobre sus frías caricias te devolviera esa ternura que desapareció justo el primer día que te sentaste sobre ella.
El destino que buscas en la lejanía del mar no es aquel que siempre te corresponde con una sonrisa y sin embargo no te detienes en su respiración y dejas que tu cuerpo desnudo sea acariciado desde la lejanía por ese viento que nunca ha respetado la tranquilidad de una noche que se acerca y no te asusta, no temes a esa marea de recuerdos que siempre termina sobre la orilla mas cercana a tus pies.
No se por qué no estás sobre ese silencio si estás sentada justamente bajo su sombra y siempre estás pendiente al primer movimiento de las estrellas para entablar esa conversación desde tu respiración jadeante y misteriosa que provoca que la arena comience a danzar aquella canción de verano ardiente que es tan rara de oir en el otoño donde las mariposas asustadas por el regreso inesperado de la música comienzan a emigrar desde su extrañeza hasta su antiguo refugio sin comprender por qué el aire sigue siendo frío
Te gusta estar así, desnuda desde tus instintos, provocar sobre tu cuerpo aquellas caricias imaginarias que terminan en gemidos verdaderos nacidos desde la conversación entre tu mano y la ternura.
Nuevamente comienza a amanecer y no retorna aquel sueño tan real de días pasados y sin embargo tomas tu vestido y cubres tu desnudez y sales sonriendo porque no habrá sido el pecado real quien acarició tus deseos sino la magia de la luna y el silencio del amanecer.

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