sábado, marzo 13

LA CIUDAD DE LAS BARCAS
(MI "YO" Y OTRAS HISTORIAS)





La ciudad de las barcas, la única vez que la visite desconocía su magia, sus calles alargadas y melancólicas, la música que se filtraba desde la humedad de las paredes, tan antiguas como ese pergamino plagado de palabras pomposas que narraban el misterioso escondite del tesoro pirata. No puedo creer en aquellos mástiles que están a lo lejos, fueron pinceleados por la imaginación del pintor, por esos destellos del sol y sus leves quejidos al penetrar en las cálidas aguas del mar.

Es curioso, no hay un camino más lejano que el deseado, porque siempre he querido regresar a la ciudad de las barcas, a su recuerdo perenne, a esa magia ensalitrada que compite sus antológicas historias de muertos, tesoros y piedras que fanfarronean, si, no es una metáfora, cada piedra posee su destino, su conversación, es cierto que debes abrir el alma para escuchar, pero no es difícil.

La llegada al hotel, un fin de semana que asomaba desde el hastio de la tarde, un buen baño, una caminata por calles tan desiertas como el pasado de una palabra sin sentido, una vieja banca a lo alto de la colina, una suave brisa, una mujer con un sombrero lila que se acerca, un intercambio de miradas, una conversación placentera, una leve caminata al restaurat, una mesa para dos con ventana al horizonte, una cena, una noche que apenas comienza despues de un beso.

La mañana que apareció en la ventana mostrandome la ausencia de su cuerpo. Un leve susurro de una hoja de papel, una taza de café, esa posibilidad de salir a caminar y tener un reencuentro. No quedaron recuerdos, tristezas, lamentaciones, tan solo ese sabor increíble de una noche maravillosa.

La ciudad de las barcas, nuevamente sus calles, tan vacias y silenciosas, nunca he podido entender donde está la gente que habita esta ciudad, pero en verdad jamás podré olvidar la magia, esa caricia de tiempo incrustada en mi memoria.

Alejarme fue cumplir con el final de mi llegada, era lógico, la ciudad de las barcas era una visita transitoria, un lugar para descubrir una historia de amor, una ventana que fue abierta para dejar penetrar la brisa del mar en mi destino, pero eso lo entendí años después, aquella vez la visita fue solo una escapada de mi vida, la necesidad de escribir un poema en la arena, una ilusión que fue compensada con una historia de amor y un amanecer en la soledad de una alcoba.

1 comentarios:

Unknown dijo...

desde que entras a la ciudad de las barcas,la magia de tus palabras me conducen por esa ciudad desierta que se impregna a tu vida desde todos los rincones,no sabes si es real porque es como si estuvieras dentro de un cuadro de un pintor y de pronto aparecieran... tesoros,piratas, historias de muertos,una la dama misteriosa del sombrero lila...te vas como de un sueno, no quedan recuerdos ni tristezas y vemos como escribes en la arena tu poema de amor
la siento irreal,es un fantasma que se desvanece,miras atras... se quedan tus bellas palabras que no quieres dejar en la ciudad abandonada,te las quieres llevar...atesorarlas...pero las dejas no te pertenecen... son tuyas y de la ciudad de las barcas...tu se las regalastes...

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