TU NOMBRE SIGUE AHÍ

Todavía está el eco de las antiguas pisadas, el chirrido de los tranvías anunciando su resurrección, su añorado regreso por esos rieles invisibles. Es el camino más largo desde el centro hasta las aguas, es la posibilidad de una estrella derritiéndose en la extrañeza. Por acá puedo los viejos adoquines, los de sangre amantada por el sudor, los de las canteras, los que se marcharon asustados por la modernidad.

Nadie conoce esta calle mejor que todos, es la ruta de escape a los muelles, el dulce y tierno escape de las calles mal alumbradas que desembocan a su eternidad, el cruce de conversaciones y saludos siempre descubriendo la última novedad que llega de París, son historias, ecos del pasado que borrado por la inutilidad.

Aún sigue dormitando el sueño de antiguo esplendor, los recorridos y aquellos poemas que fueron escritos en las caminatas placenteras del atardecer, ya no esta la antigua panadería, los pasteles de guayaba, el ruido tintineante del carro de helados, el café o esas oscuras manchas de tinta que siempre abarrotaban la esquina de la imprenta, no sé por qué pero el recuerdo salta en defensa de las letras que murieron justo sobre las manchas, como si hubiesen muerto antes del maullido de la escopeta. Todo puede ser, nadie recuerda como se siente el maullido de una escopeta de solo nombrarlo aparece la gran mancha y se encienden las imprentas en un gran concierto de espera y perdición.

Ya no es lo mismo caminar por la calle, ya no estoy tan cerca como para imaginarme su olor, sus vecinos, el barrio que alardea una nueva imaginación, el nuevo descubrimiento sobre la carcajada anaranjada, por siempre queda algo que descubrir, algo donde podamos encontrar las piruetas de ese viejo pintor del renacimiento, lienzos que recuerdan las malas poses de los reyes y que retornan desde el pasado para adornar las oscuras galerías. Hay arte y está tu nombre escrito en esa pared, lo acabo de ver en una película, lo acabo de sentir como si fuera el milagro del recuerdo. Aún estás ahí, dibujada por mi mano en esa pared, es la única vez que logre escribir tu nombre de manera correcta y sigues ahí, quién sabe donde está tu alma, quien sabe por donde están tus besos, lo que si sé es que tu nombre sigue incrustado en la eternidad de esa pared.