sábado, diciembre 26

EL AROMA DE TU BESO.





De vez en cuando aparece la sombra del reloj sobre la playa, no hay nadie que conozca el pasadizo secreto que conduce al campanario donde se esconde el viejo reloj, quizás sea el momento de hallar los secretos o las viejas disputas sobre el romance, sobre las velas encendidas con fragmentos del tiempo, con aquellos harapos que se conservan de otoños tan lejanos.

No es la ciudad, no es la soledad agrupada sobre los estantes, sin polvo, alguien quiso pasar antes que nuestros ojos y despojar las huellas del tiempo sin percatarse que nos robaron el alma, que despojaron nuestro añejo sabor…

Ah cosas del destino, de la tarde, de esa conversación interminable que regresa intermitentemente, que se desprende desde la posibilidad de abrir una nueva profecía y oprimir ese pequeño botón rosado, el mismo que aleja las espadas o aquellos escudos que fueron labrados hace 500 años y aun conservan el aroma de tus labios, el alma encendida en esa hoguera donde nació nuestro amor, por eso quiero regresar, por eso busco el origen de todas tus palabras, quizás encuentre en su cadencia la clave para hallar el pasadizo secreto, para entrar al campanario, para romper el maleficio arrojados por esos adivinadores, por aquellos bendecidos manipuladores de la sonrisa.

Ya esta, el regreso y la palabra, no existe tal rompimiento, el templo abrió su portón, se han escapado la mitad de los demonios contra los que iba a defenderte, la otra mitad decidió escribir su testamento y regresar a las historias de Eudemo, a su aliento, a su temible hoguera. Debo perseguir al resto de los demonios o quien sabe ya como nombrarlos, cambiaron su sombra, sus ojos, simularon el mundo y descubrieron la paz.

Ya no se si debo caminar hasta la gran roca y penetrar al sendero, llegar al campanario y abrir esa ventana para que el reloj regale su sombra sobre la playa el día entero o penetrar desde tu cuerpo hasta la hoguera, encenderla, recuperar cada historia que no fue escrita, tomar el polvo y devolverlo a los libros, regresar el destino a la habitación, cerrar la puerta y devolverte ese beso tierno que guardo en mi alma desde siempre.

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