RECUERDOS Y NOSTALGIAS.

La última vez que murmure tu nombre fue hace dos segundos cuando buscaba tu imagen a través de la lluvia, cuando esperaba que el próximo sonido era tu aliento acariciando mi rostro y es que la soledad sin ti o contigo es una duda, es una lluvia que cae en la profundidad del deseo, es esa mirada continua que se desliza por esa moraleja malcriada que un día, hace trescientos años atrás, nos ofreció aquella anciana de bastón quebrado, aquella anciana que se dedicaba a predecir el pasado de sus vecinos, y que por el azahar de aquella roca volcánica que le obsequiamos nos predijo el futuro, su primera vez y no es que caminamos desde entonces en ese abrazo, sino que nos tardamos trescientos años en besarnos y descubrir que el otoño sigue siendo esa temporada que nadie prefiere, que las hojas mueren desde la tristeza de un adios y que no hay más amor que nosotros mismos al escribir nuestros nombres en la eternidad.

A quién le importan trescientos años de espera si sabe que al final del tiempo el destino te guiará por esas calles donde la soledad terminará por corromperse en un abrazo, donde la sonrisa de esa palmera es el dibujo que podré obsequiarte en tu próxima aparición y que tiene, a dónde va el tiempo, a donde van todos los caminantes, porque encienden esas antorchas, si no hay escrito un camino desde tu voz hasta mi recuerdo, o si, si lo está pero necesitamos descubrir en cual historia se oculta ese manuscrito y caminar para reponerlo, pero eso no es historia que corresponda a los caminantes, sino a nosotros.

Vuelvo a murmurar tu nombre, han pasado dos segundos desde la última vez y en el cristal queda grabado tu nombre, escrito con mis deseos sobre la mancha de mi aliento. Afuera anochese en esta espera infinita por tu voz, llueve y este cristal por donde te espero comienza a sonreir pequeñas gotas de tu amor......