sábado, septiembre 26


UNA CONFESIÓN NECESARIA




Sentados desde la distancia. Abrazados por ese deseo infinito que nace desde la esquina predilecta de los deseos y la añoranza. No buscamos más que ese beso tan soñado y dibujado en la brisa del tiempo, en la sobredosis de esa sensación de quererte besar sin conocer tus labios, sin conocer todos tus secretos, tus misteriosos gestos y no me importa, no quiero conocerlos de antemano para poder refugiarme en tu abrazo y comenzar a descubrir todos esos misterios, llegar a ellos uno a uno y besarlos, escribirles su historia, mimarlos y luego volver a regresar como el turista desconocido y redescubrirlos como si fuera la primera vez.

No es el otoño, no son esas voces que se impregnan en el alma, no son esas teorías que se escriben para complacer a los instintos, es más bien toda esa filosofía que siempre desdeñamos porque se nos hace difícil creer que existe, se nos hace muy sencillo verla ahí sobre ese rosal de maravillosos reflejos y no tomamos esa flor porque nos da miedo, porque sentimos que si lo hacemos caeremos en ese abismo de temor pero no es así, una vez que tomamos el fruto descubrimos que su sabor es la sábila que tantas veces hemos provocado sin tenerla, sin ver su huella en nuestro cuerpo y es difícil acercarse y decidir por donde comenzar a caminar porque hay muchos caminos y una sola vida.

Anoche me acosté sobre tu deseo de tenerme a tu lado, sentí el calor de tu cuerpo, el olor a eternidad manando de tus poros, y comencé a besar todos tus instintos por primera vez y me percaté que no era la primera vez que me acercaba a tu alma, que no era esta la vida donde comenzamos a escribir nuestro destino, entendí que estamos encontrándonos desde los inicios del tiempo y te acurruqué desde mi ilusión, te dí ese beso en los labios y comenzó a amanecer y aun estoy abrazado a tu cuerpo esperando ese destino que nos guiara por el camino hasta la eternidad

Ahora escribo sobre tu felicidad, la veo en cada canción que llega desde la lejanía y no me importa sentirme feliz y estar lejos de tu cuerpo, no me importa encontrar el destino y escribir tu nombre en cada pared que me encuentro y utilizo mi alma como pintura para que nadie pueda borrar esos grafittis que quedan como testigos de ese abrazo inicial, como sentidos en donde encontramos esa locura tan hermosa que es el amor.

Ahora me doy cuenta que la felicidad es un detalle más que tomamos de los árboles, es una ilusión que solo se hace realidad cuando realmente la necesitamos y no debemos ser egoístas, porque siempre pedimos la felicidad cuando realmente no la queremos, cuando realmente no debe llegar y nos desesperamos porque no llega y nos abandonamos a ese rencor absurdo, nos detenemos justo en esa esquina donde creemos ver la mala suerte y estamos equivocados porque debemos seguir ese camino hasta donde está nuestro destino y gritar sin miedo el nombre que sabemos, el nombre de la persona que escribe nuestro amor desde el tiempo.

Es el amor o es el destino, que importa, que nos puede importar si amanecemos al lado de la felicidad, si despertamos con esa sensación de felicidad en los labios y podemos ver con claridad cuál es el camino que debemos tomar para empezar a construir la felicidad.

Te doy un beso y me acurruco en tu cuerpo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No había visto este blog.
Maravilloso.

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