LA SENSUALIDAD DE TU CUERPO

No necesitas llegar desnuda hasta mi cuerpo para demostrarme tu sensualidad tan solo basta sentir tu aliento sobre mis deseos, imaginarme tus manos buscando mis ilusiones, aprentándolas con fuerzas para extraer el humo sensual de su corazón y no hay primavera que se resista ante tus palabras porque llegas colmando todos los rincones de la habitación con el olor de tu cuerpo y estallan esos gemidos que solo crecen cuando el atardecer es un recuerdo y sin embargo, no necesitamos de ese tiempo para lograr que nazcan esos gemidos porque desde tu sensualidad la mejor vocación es mi deseo.

Eres un fragmento de mi corazón, estás lejos, llegas a media noche cuando más provocaciones se acercan desde mi memoria, me abrazas, me besas, haces que la palabra eternidad sea ese destino tan añorado por la ciudad y me descubres a la mitad del deseo, al mismo medio entre tu cuerpo y esa extraña sensación de amarte sin verte que va creciendo, que se multiplica desde la transpiración y ese gemido que quiere nacer y que no puede, que no debe por la lejanía donde estás.

Es curioso, a lo lejos estás en medio de tu soledad, arrojada sobre tu semi desnudez, con los mismos deseos recorriendote el cuerpo, ese ligero sudor comenzando a nacer y tu mano, ah tu mano, mi poderosa extensión de deseos que llega justo a tu sorpresa y comienza a provocar los mismos gemidos que no quieren salir, que no pueden y es que la distancia entre nosotros obliga al cercano otoño a apurarse en su llegada.

lejos de nosotros, la luna comienza a sonreir victima de su complicidad mientras nosotros nos abrazamos desde la lejanía en un beso soñado, en un beso tan sensual que el amanecer demorará varios segundos en salir en lo que se pierde el rubor en su rostro.

la mañana llega y la sorpresa de sentir los mismos deseos nos convierten no solo en complices de nuestras añoranas sino que nos destinan a ser aquellos amantes del destino, los mismos que acaban de encender la luz tras dibujar nuestros nombres en la arena de la eternedidad.