EL REGALO IDEAL

Caminando por esas calles de la soledad, buscando tu mirada en cualquier rostro, el eco de tu sonrisa, el abrazo de tu cuerpo, ese tatuaje en el centro de tu espalda que tantas veces he querido dibujar con mis besos y que me llama, me nombra desde la distancia para llegar hasta tus labios con esa palabra que no es una promesa, con ese deseo infinito de acurrucarme en tus instintos y disfrutar de tu conversación, disfrutar de esa sensación que tantas veces agonizó en su recuerdo y que ahora florece cada noche desde la lejanía.

Caminando por esas calles encontré una flor solitaria para depositarla en el cuerpo de tu primera caricia, para escribir tus deseos con cada pétalo sobre esos abrazos que en pocas horas llegarán y estoy ansioso, porque besarte desde la lejanía es una costumbre que no deseo, es una costumbre necesaria que nos alimenta el alma, que nos aleja la soledad, que camina lentamente por ese sendero que tantas veces hemos recorrido juntos.

Es de noche y espero sentado en aquel rinconcito tan especial que usamos cada aniversario y te sonries, nunca antes dos amantes cumplian aniversario cada noche y qué importa, solo llegas, me besas, tomas la flor y me abrazas, comienzas a describirme todas esas historias tan llenas del aroma de tu sonrisa que terminamos desnudos sobre esa palabra nombrada eternidad mientras el amanecer se acerca y no quieres marcharte de mi lado aunque es inevitable y el tiempo es el único testigo para que dejes de marcharte en las mañanas...