EN BUSCA DEL OTOÑO

Partiremos por ese valle de flores marchitas
en busca de ese otoño que no acaba de llegar
a pesar de que no hay más caminos
que el señalado por la teoría y los disparos
que no hay más crepúsculos, ni auroras boreales
ni ese bostezo que nos convierte en marginales,
en simples hechizos de aquellas brujas
que una vez en el tiempo habitaban la cabaña,
la misma cabaña sobre el árbol caído en la pradera,
justo es la pradera y no el valle lo que describen
aquellos pájaros que comienzan a emigrar
por la entrada del otoño y sus gruñidos desesperantes

No hay dudas en este camino marcado
por el aliento, la sangre, aquellas manchas de llanto
que descubren la ruta de los cargadores
de los constantes lamentos del pasado
Es el mismo camino que nos guiará al tiempo
a la posibilidad infinita de abrir una ventana
donde no hay paredes, ni marcos, ni siquiera
la huella de una lejana construcción
pero ahí está ese segundo deseado
esa posibilidad de abrir la ventana
y tomar otro camino hasta completar
la palabra que fue escrita en ese mapa invisible
justo en el borde, justo en la sonrisa
de ese fantasma desnudo y caprichoso
que puso la ventana para que encontráramos
aquella hoguera escondida para nosotros
por el destino, por esa escritura sagrada
que nos guía en el destino.

Somos la palabra, el verso, la nostalgia
que se filtra desde ese atardecer en que descubrimos
la mancha en el destino, la mancha por donde
penetramos al valle donde apenas encenderemos
la hoguera que fue escondida para nosotros
encenderla será ese acto de fe, esa oración
milagrosa que nos otorgará la mano de Dios
ya esté encendida, apenas podemos movernos
por el resplandor, no vemos más allá de aquellas
mariposas que se acercan,
atraídas por la luz
y por nuestras historias,
mariposas que me recuerdan
el otoño que no quiere llegar,
el otoño que desapareció
en la tardanza,
nadie sabe cuál será
la hora de su llegada
es mejor dormir, cerrar la carpa
para esconder el calor de la hoguera
quien sabe si en la mañana
despertaremos con la llegada del otoño
en nuestro patío, justo al lado de la mancha
por donde comenzamos a buscar
nuestro destino, nuestros sueños
con la excusa de buscar el otoño