lunes, octubre 19

REFLEXIONES




El tiempo que se esconde detrás de la ciudad, la voz y esa locura interminable que posa desnuda en las enredaderas de la noche. No hay silencio, no está señalado ese camino incierto que nos descubre la tardanza de las palomas, la tardanza en llevarse las sonrisas de este otoño. No es un otoño como otros anteriores, no hay esa señal de hojas muertas cayendo desde su conversación, cayendo como gotas de agua desde el cielo. No hay nubes grises, no estás a mi lado en este beso de rosas y espinas. No es la música, no es ese sonido interminable que nos adhiere en su vocación casual. Son las señales, al fin las podemos ver, al fin nos indican aquellas tonalidades que comienzan a formarse después de la tormenta y me quedo tranquilo, estás abrazada a mi sombra desde esa caricia.

Estás y no estás, llegas desde esa vereda y te quedas más de un día entero escribiendo poemas sobre mi espalda, acariciando mis palabras, buscando ese destino marcado que llega, que nos convierte en habitantes de esta ciudad tan soñada, la misma ciudad donde todos queremos habitar y que siempre bordeamos para evitar que ese fantasma, que ese pretendido fantasma nos envuelva, que nos conquiste, y no nos percatamos que somos hijos de este fantasma, que somos hijos de esta ciudad de la cual tememos y salimos en busca de otro camino, recorremos todo ese tiempo que creemos forma parte de la sabiduría para llegar a esa herradura marcada por la palabra y el deseo, para percatarnos que corrimos siempre de lo inevitable y terminar regresando a esta ciudad donde comenzamos a aprender del amor, donde comenzamos a cultivar la felicidad.

1 comentarios:

Agustina dijo...

MUy buen blog!!..felicitaciones!!
te sigo y te espero por el mio cuando gustes...
Agus

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